martes, 21 de abril de 2009

Viajes a la memoria: Coll d'Ares (Girona)

Hay viajes que no son lo que parecen. Una cree que va de vacaciones con su familia en pleno verano cuando la canícula aprieta. Una no puede permitirse grades lujos pero sí huir del calor de la ciudad, así que decide pasar unos días fresquitos en el Pirineo y elige Camprodón como podía haber elegido cualquier otro lugar. Una piensa que será feliz en las altas montañas, descubriendo pueblecitos remotos, maravillosas vistas y el supuesto nacimiento del Ter. Son vacaciones absolutamente convencionales donde Una espera simplemente aliviar el tedio y entretener la mente pero entonces, sin aviso alguno, algo se tuerce.

El Ripollès es territorio de frontera y Una decide alegremente hacer una escapada a Francia por el Coll d’Ares, para visitar el lindo enclave medieval de Prats de Molló. En las fronteras ya sabemos, puede pasar ocurrir cualquier cosa; desde pasar de largo sin enterarse hasta tener algún susto con la Autoridad. En el Coll d’Ares no hay aduana, ni siquiera es una auténtica frontera ya que separa territorios que antaño fueron un mismo país. No es previsible percance alguno pero Una tiene defectos de fábrica y le atrae poderosamente la mística de las fronteras, así que decide parar el coche y bajar a mirar desde el puerto a ambos lados de la misma montaña y entonces, algo se tuerce.

El Coll d’Ares tiene una altitud de 1513 m, un bar restaurante, unos bancos que miran a la Vall de Camprodon, carteles, señales y un monumento. Una se fija que en lado español hay un cartel que anuncia la entrada al Ripollès y en el francés otro que da la bienvenida a la Catalunya Nord.


Una los mira alternativamente y empieza a sentirse acuciada por una vago sentimiento de torpe nostalgia. La Catalunya Nord es histórica y culturalmente catalana, separada del resto de Catalunya por el Tratado de los Pirineos en 1659. A una le vienen a la mente, canciones, cantinelas y poemas que aún rememoran pertinaces un pasado que murió hace más de tres siglos. Y sin embargo, no murió porque ahí está el cartel metálico que ofrece el caluroso recibimiento y susurra: tal vez nuestros estados son distintos y hablan idiomas distintos pero nosotros no.

Una se sobrepone a la ñoñería como puede y entonces la vista se le va hacia una gran pintada en el murete lateral que refuerza la carretera: “Independència, 1714”. Uhh, más recuerdos… El 11 de septiembre de 1714 es el Día nacional de Catalunya, una fiesta que conmemora una derrota, la caída de Barcelona durante la Guerra de Sucesión Española, tras catorce meses de sitio. Y lo peor, la consiguiente abolición de las instituciones catalanas con la promulgación de los Decretos de Nueva Planta. Vaya, más pasado perdido que aprieta en la boca del estómago y ese himno de Els segadors cuya música me viene a la memoria y siempre me puso la piel de gallina.




Y con la piel de gallina en pleno julio, Una se acerca al lado francés a contemplar Prats de Molló al fondo de valle y entonces lo ve, un sencillo poste con una flecha en su extremo que indica: “Camí de la retirada” y ve una vallita, unos escalones de tierra y el inicio de un camino que baja abrupto hacia el valle. Y es entonces, definitivamente, cuando el día se tuerce y el peso de unos recuerdos muchos más próximos estrangulan el esófago. La piel de gallina no se va, el vello de los brazos se eriza y Una tiembla.


El coll d’Ares, fue una de las rutas pirenaicas por donde se retiró el ejercito republicano tras perder la guerra civil. Al lado del sencillo poste hay un gran cartel que rememora el hecho. Tiene en medio una foto impactante de vehículos amontonados que fueron dejados atrás. El aviador Joan Sayós de Sant Quirze de Besora, explica el recorrido que hizo: “El día 5 de febrero de 1939, todo el personal hospitalizado en Villalonga, con los sanitarios, fue trasladado en camiones y ambulancias hasta el mismo coll d’Ares, lugar dónde acababa la carretera de Molló, convertida allí en estrecha pista de montaña. Como venían otros vehículos detrás y hacía falta dejar sitio, a medida que los coches iban quedando vacíos los chóferes los estrellaban en un barranco inmediato”.

Me viene a la cabeza una fotografía que había visto en el periódico hacia tiempo. Por la ruta del coll d’Ares pasó lo que quedaba de la familia de Mariano Gracia, un labrador de Monzón, con él iban sus hijos Alicia y Amadeo, que tenía cuatro años, (en la foto ayudado por un campesino francés). En la fotografía, de Roger Violet, aparecida en L’Ilustration (1939), se les ve haciendo la vía de bajada hacia Prats de Molló. Gracias a la publicación de la imagen en el periódico El País, el 10 de enero de 2003, se pudo identificar y localizar a Amadeo Gracia, que seguía viviendo en Monzón.

Apartó la vista de las tierras francesas y al volverme reparó en un monumento conmemorativo. Una se acerca, esperando librarse del frio que le recorre las entrañas pero no hay salida. La placa central muestra su dedicatoria en francés i catalán: A los republicanos españoles, civiles y militares que franquearon el Coll d’Ares entre enero y febrero de 1939. La retirada: epílogo de un drama humano…








La retirada, metáfora de sueños rotos pero también de empecinamiento y esperanza. Los viajes no siempre son lo que parecen. Afortunadamente, a veces, algo se tuerce.

3 comentarios:

Andrés dijo...

Hola Anna: me ha gustado como lo cuentas; he estado hace unos días en el coll d'Arès, y también me ha parecido sobrecogedor. Sin superar, claro, a lo que se siente al pasar de PortBou a Cerbère, que eso te deja conmocionado para varios días. Un saludo, Andrés

Anónimo dijo...

lo que hay que contemplar es la imbecibilidad de nuestros antepasados. ni rendirse en 1714, ni haber hecho una numancia, es nada inteligente ni digno de orgullo. todas vuestras aspiraciones se han conseguido en una parte muy importante en la urnas de la democracia y el entendimiento.
culpables nuetros antepasados, de una u otra linea.
las politicas liguisticas que teneis que no son de conservar vuestra cultura sino de odir al contrario, no generaran sino eso. odio.
abrir los ojos a la universalidad y dejaros de tonterias domesticas.
a mi abuelo lo mataron en paracuello a uno, al otro en badajoz. y que que tengo yo o tu. usemos de una vez por todas la inteligencia.

Anónimo dijo...

Fantastiques paraules, aquest cap de setmana i vaig estar i tal com comentes dona molt que pensar,y com diu l'Andrés al no haber les fotos del pas de Port Bou a Cervera no s'encongeix tant el cor, pero sols veient la foto del teu blog dels camions ja t'imagines el que va ser, respecte el comentari anterior, potser no recorda que qui va invair amb les tropes "nacionals" va ser un dictador golpista, i un Felip V.